Bukele: el nacimiento de una nueva dictadura Latinoamericana

Bukele ha sorprendido a la prensa mundial durante la etapa más oscura de la primera ola en la crisis del coronavirus, mostrándose como un dirigente realista con planes de protección social y medidas de máximo Estado de bienestar con préstamos e ingresos a todos los ciudadanos con montos excesivamente altos, en una nación cuya industria y economía está lejos de poder sostener tamaña asistencia estatal, y, además, es incapaz de sustentar todas las demás medidas como el cierre total de la actividad económica sin ningún tipo de movilidad humana, augurando medidas y castigos severos - algunos de ellos son extrajudiciales y sometidos al escarnio público. Podría decirse que cogió algunos de los delirios de aquellos grandes emperadores Romanos, como el César. Ha utilizado de forma astuta y elegante los medios de comunicación para ensalzar su gestión en todos los aspectos positivos, invadiendo por todos los medios sus buenas acciones, incluso con bots para enviar cadenas a través de WhatsApp, llevándola directamente hasta la mensajería privada de los destinatarios. Toda una estrategia de marketing bien diseñada que tiene como objeto último endiosar su figura como gobernante, creando un séquito de seguidores ignorantes que se dejan llevar por las mieles del populismo derivando, indudablemente, en un estado de ceguera política. 

Este escenario sucedió también en Chile - aunque no de forma tan delirante como en El Salvador. El estado Chileno gobernado por un izquierdista radical y sumamente socialista; Salvador Allende, había estado promoviendo un Estado de bienestar y protección del Estado aumentando excesivamente el gasto público y promoviendo la impresión de dinero sin límites para seguir manteniendo la subida presupuestaria, que lleva, inobjetablemente, al desfalco de cualquier arca nacional, lo que provocó la quiebra de Chile y, posteriormente, los efectos devastadores de una crisis económica tan severa y profunda durante los años 70  se prolongaron hasta años posteriores a la dictadura militar. Salvador Bukele, es sin duda alguna, una persona con delirios de poder extremadamente altos que está gobernando el mandato como si fuese algún juego de Monopoly, sin medir las consecuencias micro y macroeconómicas de sus instrucciones imprecisas, agregándole, de igual forma, la práctica extremadamente unipartidista sin consultar con los representantes de la ciudadanía en el congreso, a quienes se les debe preguntar si están de acuerdo con este gasto excesivo del presupuesto público. No lo hace, es más, hace todo lo contrario, amenaza a todos aquellos que se atrevan a rechazar su propuesta e incluso envía tanques militares hasta las instituciones legislativas como modo de amenaza y amedrentamiento fascista, al mejor estilo de Mussolini.¿Y los países del mundo no se dan cuenta? Me pregunto, ¿o en El Salvador no importa que esté naciendo una dictadura extremadamente peligrosa, y que, sin duda alguna, provocará una crisis económica profunda? 

Nayib Bukele mostrando el respaldo de sus fuerzas Armadas

El mandatario es asombroso, y descarado en su intento de mantener a profundidad la cuarentena. ¿De dónde salio, Bukele, y cómo llegó tan rápido a ser presidente de El Salvador, esos fondos de dónde vinieron? No sabemos si este señor sea un infiltrado del narcotráfico en la nación para convertirla en un puente de drogas realmente costoso. Este tipo de escenarios son la diferencia entre los carteles que prosperan y los que no: el poder político. No me atrevería a cuestionar estas consideraciones, teniendo en cuenta lo peligroso que puede resultar este tipo. La población está tan embrutecida, y convencida de que el mandatario quiere proteger la salud y garantizar la vida - como si él tuviese algún poder divino - manteniéndola encerrada, y satisfecha con los bonos inorgánicos y desfalcadores de las arcas públicas de la nación, que cada vez irán perdiendo más valor real. Su dimisión debe ser inmediata.

¿Será que Bukele está siendo financiado, también, por las altas mafias criminales con mucho dinero y cuáles serían las consecuencias de este escenario para el futuro? Derivaría, sin duda, en un narcoestado administrado por un sujeto con necesidad enfermiza de poder, disfrutando completamente de las mieles del poder jurídico, legislativo y ejecutivo, con una población que está cayendo a niveles profundos de ceguera ideológica fanatizada por un líder carismático y aparentemente eficiente. Tendríamos que analizar más a profundidad todas las consecuencias negativas de este panorama negativo. Habría que estudiar qué tan grande es la magnitud o importancia de convertir a El Salvador en un narco-puente seguro para las mafias criminales que comercian por todo el mundo. Si el gobierno deriva en un narcoestado, lo camuflaría bien o, al menos, trataría de intentarlo. Puede que tarde tiempo la comunidad internacional de realmente darle importancia a lo que está ocurriendo en El Salvador. El pueblo se está dejando arrodillar ante este tirano. 

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