La extinción del Estado y la transición hacia la libertad

  • ¿Es posible la extinción del Estado para transitar hacia la instauración de un modelo completamente libre, sin el monopolio legislativo ni la fuerza de coacción impuesta a través de los mecanismos gubernamentales para someter a la población? El replanteamiento de los esquemas dicotómicos de política y economía en el presente que deben dirigirse paulatinamente hacia el cementerio ideológico luce como un deber en momentos como los actuales. Entender que nadie debe concedernos derechos, y que somos irremediablemente libres a ejercer nuestra propia libertad sin ser vulnerados por ninguna fuerza externa de ningún tipo, forma parte del avance hacia un nuevo modelo de humanidad en donde tanto hombres como mujeres tengan la plenitud total de desarrollar todas sus facultades sin restricciones mientras se respeten los límites individuales. Compartiré con vosotros un extracto del capítulo III de mi novela sobre ciencia ficción política llamada El último trazo de amor libertario en donde trato un poco a profundidad todas estas incógnitas. Espero que podáis disfrutar de la lectura. 

    Extracto del capítulo III

    Hemos concretado la cita para discutir las incógnitas que tenías por expresar. Adelante, y sin tabúes - expresó Salvador luego de que los cafés yaciesen servidos sobre aquella mesa del establecimiento. 


    - Para mí la configuración política que tenemos hoy en día viola nuestra libertad, aunque pretenda crearse una falsa ilusión de que la tenemos; seguramente pensará usted igual a mí. A veces me cuestiono si esto en que creo podría convertirse en realidad, o sencillamente pasará a ser una eterna utopía. ¿Cree usted, profesor , que algún día podríamos llegar a la desaparición del Estado? - preguntó Sofía. 

     

    - Me gustaría primero que reservases el formalismo para otras personas a quién sí le podría parecer necesario que te dirijas con tal nivel de respeto, otorgarme una condición previa a mi humanidad me parece extravagante. Llámame Salvador, con eso será suficiente. Ahora, para volver a tu pregunta; desaparecer el Estado es una misión que a todas luces desde el racionalismo conservadurista podría parecer inviable y, cuando menos, utópico y fantasioso. Se le ha otorgado tal poder para influir en la perspectiva individual de las personas, influir y modificar su propia génesis natural constitutiva. Sin embargo, dicha máxima está llena de subjetivismos y una reducción considerable sobre la forma en cómo debe transcurrir el desenvolvimiento futuro y humano. Primero habría que transformar el Estado en una entidad que configura su propia extinción a través de la reformación de los conceptos educativos, económicos y sociales que tenemos hoy en día. Usar la maquinaria existente para elevar la cantidad de riquezas de toda la ciudadanía debe ser prerrequisito para hablar de una transición hacia un presente sin esta entidad, hay que acercarnos plenamente a la libertad, y ella, por consecuencia, acabará con muchos problemas que tenemos hoy en día producto de la coacción a la naturaleza propia y natural humana – respondía así Salvador a la incógnita aperturista de su estudiante. 
     

    Ella se placía escuchándolo, aunque claramente pautar tal cita fue una excusa para encontrarse y verse, aquellas palabras que emanaban de su boca le provocaban éxtasis y simpatía. No paraba de jugar con el dedo índice de su mano derecha para toquetearse una tira de cabello que discurría por su oreja. 


    - ¿No podría hipotéticamente eliminarse el Estado de forma abrupta, hoy mismo, Salvador? -  preguntó luego de tomar algo del café que tenía entre sus manos. 

     

    - Aunque a priori podría parecer el objetivo final, su desaparición en las condiciones actuales solo provocaría desórdenes sociales y económicos que habríamos de lamentar; pues el sistema libertario estaría lleno de perversidades humanas de aquellas personas que no han asimilado íntegramente el concepto de libertad y propiedad; o bueno, sí, pero solamente en los términos que a ellos les interesa, sin respetar a la ajena - respondió Salvador y tras tomar un poco de café continuó diciendo - si dicha extinción sucediese hoy día, la durabilidad del sistema libertario estaría condenada a prolongarse no mucho en el tiempo: el inconformismo y el hastío en la mayoría de los individuos tendría como consecuencia una revolución inminente, que podría ser incluso de carácter socialista. Ocurriría una rebelión en la granja como escribió George Orwell, con los resultados que dicha literatura nos dejó expresa. 

     

    Intrigada por aquellas premisas, no dudó en preguntar por qué sucedería inexorablemente tal panorama ante la supuesta desaparición inmediata del Estado. 


    - El individuo tiene hoy un concepto impropio de las relaciones sociales y humanas; una hegemonía del egoísmo insano que ha sido desarrollado por la propia existencia de los gobiernos que han promovido el surgimiento de actitudes corruptas como la explotación laboral, y la actitud salvaje de supervivencia contra los demás; una clara contraposición a años de proceso evolutivo de vida inteligente. En este sentido tenemos individuos que roban a otros para obtener dinero, y empresarios que hacen lo mismo con sus trabajadores a quiénes retribuyen de una forma injusta sin haber desarrollado la consciencia superior necesaria para tener un sistema libertario. Todas esas perversidades ocurren como desviación y la yuxtaposición de un esquema que genera falsas superioridades morales poco éticas y antinaturales. Entonces se ha acostumbrado al humano a tener que ser regulado para poder comportarse, que el castigo es la única forma de prevenir y reformar su comportamiento dañino y que es incapaz de regirse por su propia consciencia natural; dicho esto, el individuo moderno creería que la extinción de la legislación moderna y la desaparición del Estado sería la puerta al libertinaje, y la ampliación de sus propios beneficios egoístas en base al ultraje de la propiedad privada legítima del otro. 

     

    Acercó aquella taza de café color porcelana a sus labios, dio unos sorbos a la bebida y siguió su respuesta:


    - Por ejemplo, tomando como referencia a cierta clase empresarial moderna que incumple contratos, contratan en negro, pagan la hora por debajo de lo mínimo establecido, establecen jornadas laborales por encima de lo convenido; o que a veces se adjudican el derecho de negarte el pago y que a pesar de que la legislación actual castiga severamente estos actos, ciertos personajes siguen cometiéndolos. Este tipo de comportamiento se vería en proliferación en un esquema libertario inmediato, y seguramente con tendencia alcista. Las organizaciones de administración de justicia que se erigirían estarían dirigidas por el poder del dinero y la falsa superioridad moral que este emana, y los obreros quedarían vulnerables ante esta dictadura empresarial. ¿En qué lugar podrían refugiarse para hacer velar por sus derechos, o denunciar que su patrono no les ha cancelado el pago completo? Dado los antecedentes que tenemos de dichas conductas, este panorama es claramente previsible: ¿cómo negar que no provocaría un desorden social, o quién garantizaría que harían un pago justo y consciente del salario? Por estas características impropias producto de una alteración y subdesarrollo de la consciencia humana a la que nos somete el esquema actual, y que, por ende, tiene un comportamiento fundado y tendencioso, habría que primero apostar por la elevación de la cultura y la consciencia para luego plantear la erradicación del Estado; esto nos ahorraría este libertinaje egoísta dañino, permitiendo solidificar nuestro modelo libertario con el tiempo. 


    Ella entendía claramente la posición del profesor, pero tal concepto de transformación del Estado en una especie de entidad que mira en torno a su extinción parecía inaplicable; creía que seguiría siendo un órgano corruptible y que sus administradores no apostarían por su destrucción, a lo que prosiguió diciendo: 


    - ¿Cómo puede garantizarse que alguien administrará el Estado en los términos necesarios para garantizar su aniquilación? Sería imposible confiar en la clase política actual para llevar a término tal empresa libertaria - añadió dudosa Sofía. 


    Él, comprendiendo el escepticismo de su alumna, y con ánimos de ampliar su perspectiva se atrevió a decir lo siguiente: 


    - Entiendo que pueda parecer algo irrazonable e impráctico. Tristemente la izquierda política se ha apropiado del concepto de revolución para su propia retórica marxista y populista; sin embargo, las palabras no tienen matiz ideológico, y digo esto para referirme a lo que necesitamos como una verdadera revolución. Necesitamos un cambio radical en las formas en cómo hacemos política, que nazca desde el seno de un nuevo movimiento superior y avanzado la fuerza necesaria para transformar la cultura ciudadana e introducir el mensaje de la libertad; dirigentes que nazcan de este nuevo flujo político, y que lleven a través de su academia e intelectualidad al Estado en una organización destinada a morir. Transformar el sistema económico, educativo y social; garantizar una distribución más equitativa de las riquezas, eliminar el concepto de impuesto, transformarse en un órgano autosustentable que prescinda del tributo, y usar todo el poder científico para alcanzar las fórmulas que permitan alcanzar el pleno empleo con ingresos mínimos mensuales suficientes para garantizar que toda la población pueda vivir de forma plena, transitando hacia el camino de la evolución y la academia. Es imprescindible que el Estado se convierta en una institución que acabe con los males de la pobreza, y que eleve la concepción del respeto de la propiedad individual y sus pertenencias como máxima prioridad social. En el punto que se alcancen dichas condiciones, y que la sociedad empiece a transpirar el olor bonito de la libertad; en dicho momento, el Estado podría pasar a eliminarse por efecto propio. Pasaría a ser un órgano innecesario. 

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