¿Un jaque fulminante de Xi Jinping contra Donald Trump?

En medio de una crisis como la actual sacar conclusiones que aparenten ser definitivas es no aportar a la información efectiva, y por ende, soy partidario de contrastar la información que se lee. Aclarado este punto, quisiera tocar un tema coyuntural y que genera pasión y debate. El primer caso que se detectó del Covid-19, como se ha informado previamente, tuvo origen en la ciudad China de Wuhan. El primer registro que se tiene de la enfermedad data del 17 de noviembre del 2019, según información de la prensa China.

Para poner un poco en contexto al lector quisiera abarcar vagamente el sistema político del régimen de Xi Jinping, una sociedad Orwelliana que está ampliamente vigilada por el gobierno, desde cámaras de vigilancia hasta manejo abusivamente invasivo de las relaciones y comunicaciones interpersonales, teniendo en cuenta de que en China los medios que se leen y las redes sociales que se utilizan están censuradas, reguladas y oficializadas por el gobierno.

Sería caer en una especulación tendeciosa, y quizá inclusive conspirativa al pretender asomar la idea de que el régimen de Xi Jinping fue el artífice y creador del virus SARS-CoV-2 pues no hay información científica que sustente dicho argumento, por lo qué probablemente el virus sencillamente haya sido un proceso natural selectivo producto de una zoonosis en el manejo desmedido y antiecológico en la importación y consumo de ciertos animales.

Teniendo en consideración esta tesis sería injusto culpar a China en que ellos, de alguna forma u otra, promovieron la aparición de este brote epidemiológico. Pero sí podemos criticar sus laxas regulaciones y despreocupación sobre cómo el desmedido y descontrolado consumo de animales podrían dar inicio a fenónemos sanitarios, así como ha sucedido en otras ocasiones como la gripe asiática cuyo origen también tuvo como punto de partida China. El gobierno chino se ha preocupado en desarrollar una economía imperial y plenamente industrial pero no se ha interesado en fomentar una cultura ecológica e impulsar un cambio en los hábitos de consumo de sus ciudadanos.

El 23 de enero del 2020, 64 días después del primer caso registrado, el gobierno Chino impuso una cuarentena en la provincia de Hubei en donde surgió el primer brote epidemiológico del Covid-19, 64 días en los qué el virus se expandió tranquilamente por toda China, y desde luego, por todo el mundo (teniendo en cuenta que los turistas Chinos son unos de los qué más alimentan la industria hotelera y turística, especialmente en Europa y Estados Unidos, y más en épocas decembrinas por donde transitó el inicio del virus). 8 días después de esta aplicación draconiana para el control de la infección ya habían 117 naciones infectadas, esto obviamente nos indica la rapidez con la que el virus se expandió.


El caso es más extraño aún cuando tenemos en consideración de que China es la segunda economía mundial y con un área científica robustecida por su gobierno, lo que da cuenta de que no es ningún país subdesarrollado. En este sentido, podríamos llegar a considerar de que Xi Jinping actuó negligentemente por muchas semanas y pensar que no tuvo información previa acerca de la magnitud de este virus podría parecer un poco ingenuo, considerando su gran control poblacional como hemos mencionado anteriormente.

Creo que la incógnita más aceptable acerca de este tema sería: ¿actuó China negligentemente de forma intencional, o realmente carecía de información? Desde mi perspectiva, no me parece desacreditable considerar la primera opción por los argumentos que expondré a continuación.

Hagamos un poco de contexto internacional: este año es electoral en Estados Unidos, donde Donald Trump buscaría su reeleción contra, probablemente, el candidato demócrata Joe Biden - quién habría superado a Bernie Sanders en la mayoría de las encuentas primarias del partido antagónico al Republicano. Ante esto, todas las encuentas apuntaban a una victoria segura del magnate Trump quién había elevado la economía estadounidense a niveles realmente pujantes, un crecimiento alto de los índices bursátiles y la reducción del desempleo hasta el 3,4% en enero.

Los análisis económicos previos a la crisis pandémica apuntaban a una continuación de este crecimiento, y los más negativos proyectaban una reducción del crecimiento económico a niveles muy tímidos.
Este panorama, desde luego, no era nada favorecedor para los intereses del régimen de Xi Jinping quién se encuentra - ¿o encontraba? - en jaque ante la guerra arancelaria que emprendió el presidente norteamericano antes los productos importados desde China para promover la industria estadounidense, en una clara política proteccionista bajo la consigna de "Make America Great Again" (en español, hacer América grandiosa de nuevo) en una connotación claramente chovinista que tiene sustento en la supravaloración de lo estadounidense por parte de Donald Trump y el desprecio a otras culturas como la hispana o asiática.

Sabemos que Trump no es muy partidario de la ciencia como bien ha podido dejarlo saber ante su negación al cambio climático, contra todo pronóstico de la comunidad científica. Bajo este precedente, Trump lo volvió a hacer con el tema del coronavirus, negó las proyecciones médicas sobre el avance inminente del Covid-19 en suelo estadounidense, lo que impidió una política de contención oportuna y efectiva dándole rienda suelta al virus de incubarse en muchos americanos; lo que ha provocado un aumento exponencial de los infectados, superando a China y colocando en jaque al sistema sanitario - que ya reporta un colapso en estados como Nueva York.

Esto obviamente trajo una repercusión mediática sin precedentes de parte de la prensa oposicionista a su mandato que le critica su inacción. Ahora, esta crisis pandémica amenaza la opinión pública favorable a su mandato, posicionando a Joe Biden como una persona "más consciente y preparada ante situaciones de este tipo", lo que obviamente, podría incidir en su reeleción de cara al 2020. Ha sido la crisis del virus lo que está tambaleando la popularidad y posible victoria de Trump. Claramente este escenario político es muy favorable para Xi Jinping pues sería acabar con el líder del proteccionismo y darle espacio a un político "más liberal" para suspender y reducir la agresividad de la guerra arancelaria.

Con frases como "la cura no puede ser peor que la enfermedad", "el virus pasará en Abril con la entrada del calor" y "es una exageración mediática", Donald Trump ha marcado su línea de acción respecto a cómo contener el virus. No solamente tambalea su mandato al cuestionar su política de contención, sino que además arrasó con los números de progreso registrados durante cuatro años de mandato. El desempleo reporta elevarse hasta un 20%, y los mercados han tenido caídas de hasta 30% (situación que no se veía desde la Gran Depresión). No solamente será la gran crisis sanitaria lo que marcará el futuro pesimista del magnate, sino también la gran hecatombe económica que esto significa.

Bajo este escenario, el partido republicano encabezado por su presidente, promovieron una Ley ante el Congreso que implica la inyección de dos billones de dólares en la economía para apoyar a las empresas, y entregar dinero a los ciudadanos que quedarán desempleados y desprotegidos ante esta situación. Esta política de inyección fiscal ideada por Mnuchin lleva al límite la capacidad de préstamo de la máxima entindad financiera norteamericana, la Reserva Federal, hogar del dólar. Esto bajo terminologías "técnicas" pues la verdad es que no agota su capacidad de préstamo, sino que "lleva al límite la impresión descontrolada de dinero", suceso que traerá repercusiones inflacionarias y promoverá fenómenos de devaluación en la principal moneda hegemónica mundial: el dólar.

Ahora bien, teniendo en cuenta que seguir inyectando e imprimiendo dinero en la economía es insustentable a corto plazo, la hecatombe financiera estadounidense es imparable. Esto obviamente genera una situación igual de favorable para Xi Jinping: la instauración de una nueva hegemonía monetaria o financiera que dictamine el futuro. Y en este punto es muy importante tener en consideración un elemento que podría parecer exógeno: la criptomoneda del Bitcoin.

Lo que sabemos del Bitcoin es que es una moneda desregulada que tiene un número limitado de su existencia (21 millones de unidades) que, bajo su algoritmo, imposibilita la emisión de más unidades. Esto obviamente ha generado un interés en los inversionistas quienes han apostado sutilmente la confianza en este activo, llevándolo de costar menos de un dólar en 2009 a tener un precio de hasta 20.000 dólares en diciembre del 2017. Un crecimiento exponencial que ningún otro índice ha tenido en la historia. Este crecimiento ha intentado ser reducido por órganos políticos como el Congreso norteamericano quién ha incluso elevado la discusión sobre la posible ilegalización de esta criptomoneda en su territorio.
Ahora bien, sabemos la configuración tecnológica del Bitcoin pero desconocemos su creador. Fue presentado en un foro por alguien que usó un pseudónimo denominado "Satoshi Nakamoto"; pero Satoshi no es una persona y se desconoce realmente quién o qué pudo haber sido el creador de esta criptomoneda.

Algunas teorías apuntan de que pudo haber sido el gobierno Chino, hecho que no suena tan descabellado al considerar que son sus ciudadanos quienes poseen una mayor cantidad de este criptoactivo. En medio de esta crisis, el Bitcoin ha tenido un rendimiento muy superior a activos tradicionales como el oro (quienes muestran una actividad inestable).
Dado el panorama actual en qué el dólar podría presentar una derivación devaluativa como consecuencia de las políticas inflacionarias que tomó el gobierno americano, podría el Bitcoin representar una alternativa viable y segura en medio de la incertidumbre financiera en donde los índices bursátiles tradicionales no reportan sino pérdidas. En este sentido, la crisis pandémica puede generar una posible revolución monetaria y financiera desplazando al dólar como eje principal de la economía global. ¿Por qué no el euro o la libra esterlina? Ambas monedas no han reportado más que pérdidas durante esta crisis, primero por la inestabilidad y gran repercusión del Covid-19 en la Unión Europea aunado con el posible colapso del Reino Unido.

Este escenario muestra obviamente un claro ganador: China, pues es allí donde se concentra la mayor cantidad de reservas disponibles de este criptoactivo. Y tengamos en cuenta que quién domina la hegemonía monetaria domina la economía global, tal y como lo ha venido haciendo Estados Unidos desde su instauración como imperio global tras desplazar a Reino Unido en la primera guerra mundial hace más de cien años (casualmente también en medio de una pandemia, la gripe española, que tuvo origen en la ciudad estadounidense de Kansas).
La consolidación definitiva de Estados Unidos como primer eje político y económico sucedió luego tras la Segunda Guerra Mundial donde contribuyó al desarrollo de un sector importante: la comunidad Europea. El plan Marshall de recuperación económica hizo que los países europeos se aliaran y subordinaran a la nación norteamericana. Esto, en su momento, significó una alteración en los factores del poder.

En la actualidad, en medio de la pandemia, China quién "controló" la situación sanitaria está ahora abanderándose como potencia "heróica" en occidente ofreciéndole ayuda a países europeos como Italia y España, aprovechando la situación de que Estados Unidos está en medio de un colapso sanitario y financiero. El gobierno de Xi Jinping está levantando las medidas draconianas y promoviendo la reanudación de las actividades productivas - mientras América las está cerrando - colocándolo en una situación muy ventajosa con respecto a occidente. Mientras un tercio de la población mundial está en cuarenta e improductiva, China empezará a producir y exportar de nuevo.

Ha sido una situación que colocó en jaque a la nación más grande del mundo, y sin brindar la oportunidad de ejecutar acciones que puedan revertir la situación más qué confinar a su población o reanudar sus actividades obligando a sus ciudadanos al riesgo de contagiarse y morir a causa del Covid-19. Parece que Donald Trump desea apostar a la segunda opción qué, en caso de "aliviar" la situación económica significará sin duda alguna una crítica aguda que podría costarle la reeleción.

Parece que incluso bajos los escenarios más optimistas para Trump, el mandatario chino tiene la partida ganada en lo que se refiere a su consolidación como primera economía global con un manejo abudante de lo que podría convertirse en el refugio financiero más estable y hegemónico de cara al futuro. Haya sido por negligencia consciente o inconsciente, Xi Jinping está ganando la partida de poder mundial.

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