Dos huracanes se acercan a las costas americanas

El mundo está en convulsión; tras la declaración de pandemia a nivel mundial, los países del globo no han podido estabilizar sus índices macroeconómicos, la aplicación de un confinamiento estricto en todos los continentes ha desatado el caos financiero, especialmente en Estados Unidos. Esta semana expiró el programa de ayuda subsidiaria gestionada por el gobierno federal para proporcionar una ayuda económica de seiscientos dólares americanos a las familias estadounidenses más golpeadas por la pandemia. Esta suspensión del programa, al no haber un consenso entre las fuerzas legislativas del Congreso, deja en situación de vulnerabilidad a millones de ciudadanos que se enfrentan ante la incertidumbre del desempleo y el colapso empresarial de costa a costa.  


Este panorama estima que uno de cada seis norteamericanos experimente sensación de hambre, sin contar la gran situación de riesgo en la que se encuentran los inmigrantes indocumentados quienes al carecer de registro en la seguridad social y de cualquier tipo de documentación legal no tienen cómo afrontar un escenario de proporciones imprevisibles como el que se espera. Los números de contagiados y el ascenso de muertes por la Covid-19 sigue un rumbo alcista que hasta ahora no ve pico y mucho menos final.  


La administración estadounidense en conjunción con la reserva federal ha impreso millones de dólares inorgánicos para tratar de sostener de manera artificial los números económicos que registran hasta ahora una caída histórica del 9,5% de su PIB - situación excepcional en la historia, con índices más devastadores que cualquier guerra acontecida en el siglo XX. Sin embargo, y a modo de parecer irracional o ficticio, el mercado de bienes inmobiliarios se encuentra en expansión continua con un registro de ofertas para comprar propiedades que no se veían hacía muchos años atrás.  


Uno de los motivos de esta alza en compra de propiedades se debe al bajo tipo de interés que han establecido las entidades financieras para otorgar préstamos a los cuentahabientes o interesados en acceder a algún tipo de crédito; una señal de alarma en el futuro próximo. Con la ampliación en el otorgamiento de créditos para compras de propiedades nos recuerda al epílogo de la hecatombe financiera en el 2008 en el país norteamericano: una demanda imparable de compra sustentada por dinero inorgánico sin respaldo real en el marco financiero.  


En vísperas de unas elecciones venideras en noviembre, el presidente Donald Trump se encuentra en la cuerda floja para su reelección - situación que parecía imposible antes de marzo por los buenos números que habían registrado de crecimiento bursátil y aumento continuo del empleo que ahora está por los suelos. La ciudadanía está comprando propiedades en un momento en dónde no hay garantía de la continuidad laboral que es, a fin último, una de las formas más seguras para obtener ingresos. La emisión de dinero inorgánico por parte de la FED y la caída de los indicadores bursátiles nos podrían indicar que hay, a modo lamentable, una mega crisis económica y financiera en los Estados Unidos.  


Sin poder contener la pandemia en curso, los americanos enfrentan una gran situación de incertidumbre que podría desencadenar en la otrora impredecible caída de la primera economía del mundo. Ante este panorama desolador se podría esperar que el número de personas que experimenten sensación de hambre irá en aumento, los bancos de alimentos no dan abasto y el programa de ayudas financieras cada vez luce más estrecho sin consenso entre las fuerzas legislativas. La derivación última de las políticas keynesianas aplicadas como receta infalible por la administración de Trump en momentos en donde no se conoce cuándo podrá recuperarse el rumbo normal de la economía parece una jugada poco acertada. 


Sin haber sentido aún los efectos verdaderos de toda la destrucción económica ocasionada por la cuarentena, próximamente empezará a registrarse sin ninguna duda una caída más estrepitosa del consumo, llevando a la actividad empresarial a seguir prescindiendo de los puestos de trabajo, elevando el número de personas en riesgo de exclusión social y además, de impago a las entidades financieras quienes tras la concesión de préstamos pasarán a estar insolventes generando un shock económico de efectos múltiples.   


Lo que podría parecer como la salvación de toda esta pesadilla hasta ahora llegará a finales de año según el Dr. Anthony Fauci, encargado de la salud pública de los Estados Unidos. Hasta entonces, y con el crecimiento exponencial de los casos, la administración federal y los estados de la unión tendrán que seguir tomando medidas que por ambos lados del asunto lucen atemorizantes. Un segundo semestre en la zozobra del confinamiento, con el número de desempleados en escalada, empresas que no pueden seguir financiándose, bancos con créditos concedidos sin garantía de devolución verdadera ante esta situación excepcional pandémica y con la emisión descontrolada de dinero inorgánico para artificialmente sostener los indicadores, el panorama de Estados Unidos parece estar más que claro, aunque no se trate este asunto tajantemente por los intereses que tiene este país alrededor del globo.  


Inflación, desempleo, impago crediticio, aumento generalizado de la pobreza y tensión política. Parece que no solamente es el Huracán Isaías quien se acerca a las costas americanas.  
 


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